Un año después, aún se investiga por qué un matrimonio se metió en una fosa de purín tras el incendio de su casa
Rocío Ramos LALÍN / LA VOZ/ 27/10/2011
Un año después de la tragedia que golpeó a Lalín continúan las incógnitas sobre un caso que tenía como ingredientes una casa incendiada, un matrimonio encontrado vivo en una fosa de purín y dos muertos: la hija de la pareja, Sonia Mouriño, de 22 años, asesinada con el golpe de una maza mientras dormía, y Amador Fernández Quinteiro, un octogenario, antiguo trabajador de la casa que fue encontrado muerto en su cama asfixiado por el humo del incendio. El matrimonio, formado por José Mouriño y Carmen Reboredo, continúa en la cárcel de A Lama.
A ambos se les imputa el presunto incendio de la vivienda familiar y la supuesta responsabilidad de las dos muertes. La instrucción del caso sigue su curso y el año transcurrido (se cumple el sábado) no consiguió aclarar aún si la pareja se metió en la fosa de purín para esconderse o con la intención de suicidarse. José Mouriño declaró que encontró a su hija muerta y que fue detrás de su mujer porque ella pretendía suicidarse tirándose a la fosa, donde fueron encontrados seis horas después de que un trabajador rumano diese la voz de alarma del incendio. Ella dijo que mató a su hija, pero que no quemó la casa.
Los intentos del abogado de Mouriño, el chantadino José Luis Fernández Pedreira, por sacarlo de la cárcel han resultado infructuosos. La contestación del juzgado fue hasta ahora que «no se excluye la posibilidad de acuerdo entre ambos», que no le resultan convincentes sus explicaciones y que aprecian contradicciones en su declaración. Fernández Pedreira pidió también la nulidad de las actuaciones, en concreto la declaración de ella a la Guardia Civil en la que se inculpaba de la muerte de su hija, alegando indefensión y que no tenía abogado.
Petición denegada
El juzgado denegó la petición, y está pendiente de que se resuelva el recurso de apelación en la Audiencia. Los abogados de ambos siguen a la espera de recibir el informe del equipo de investigación de la Guardia Civil especialista en incendios que determine si fue intencionado y del informe psiquiátrico practicado a Carmen Reboredo en el Imelga.
Las defensas recibieron las fotos tomadas en la casa, el informe de la inspección ocular y una relación de objetos recogidos. Entre ellos, la maza que identificó Carmen como arma del crimen, con restos de sangre que las pruebas de ADN confirmaron que pertenecía a Sonia Mouriño, ropa y pelo de la chica y una lata de gasolina que al parecer estaba ante la puerta del dormitorio del matrimonio.
Encuentros cada semana en el penal
Carmen Reboredo sigue a tratamiento psicológico en prisión, donde le fueron practicadas varias pruebas. Los informes del hospital donde estuvo internada tras la tragedia hablaban de que sufría el llamado síndrome de suicidio colectivo y que pretendía acabar con su vida y la de su familia. Informes posteriores la califican de mujer sumisa, de carácter dócil, influenciable, con una inteligencia poco desarrollada y necesitada de que se ocupen de ella. José Mouriño recibe la visita en la cárcel de familiares y amigos, y, según su abogado, se preocupa por su suegra, Erundina Lalín, y su cuñado, Manuel Reboredo, supervivientes a la tragedia e internados en una residencia de Outeiro de Rei (Lugo). Su suegra, que no sabe lo que pasó, pregunta sobre todo por su nieta, a la que crió, y no entiende por qué no va a verla o a sacarla de allí.
El matrimonio se ve todas las semanas. El abogado de Mouriño explica que lo que intentan es superar lo que pasó, y la preocupación de Mouriño es «su mujer, que Carmen no haga ninguna tontería, está muy pendiente de ella» y le consuela «saber que está atendida». Carmen Reboredo fue visitada el pasado día 20 por su abogado, que la encontró deprimida, y apuntó que lloraba recordando a su hija. La madre de Carmen y su hermano siguen sin saber nada de la tragedia.
http://www.lavozdegalicia.es/galicia/2011/10/27/0003_201110G27P10991.htm